martes, 13 de noviembre de 2012


 
 
 
Los años 30 son, sin ningún lugar a dudas, uno de los periodos más fecundos, desde el punto de vista de la innovación y la creatividad. Sin duda tuvo que ver con ello el que el mundo se estuviera recuperando de una guerra devastadora seguida de una crisis económica no menos terrible. Algunos de los efectos de la conflagración bélica que había asolado Europa fueron el salto definitivo de la mujer a la esfera pública, especialmente bajo la forma de trabajo fuera de casa, y la industrialización a ultranza. Un modo de vida urbano y cosmopolita se impuso definitivamente al universo agrario tradicional. El diseño aportó claridad, esbeltez y líneas rectas, así como una mayor austeridad, unida a un concepto más refinado del lujo. Se estilizan los cuerpos y con ellos la ropa, procurando una imagen de mayor control y cuidado de sí. El auge del deporte atestigua este cambio profundo que se manifiesta fundamentalmente en la superficie de las cosas, siguiendo la enigmática y hermosa frase del poeta Paul Valéry: Ce qu'il y a de plus profond en l'homme, c'est la peau. Un mundo espléndido y vital cuyo reverso oscuro lo constituyen la irrupción de las masas en el espacio sociopolítico y socioeconómico, la obsesión maquinista  y el auge de las ideologías extremas, comunista y fascista (ambas se servirán ampliamente, para su expansión, de los nuevos medios, así como de las técnicas de diseño aplicadas a la publicidad y a la propaganda).
 
 


 
la foto procede de aquí
 
 
Aunque es imposible disociar la luz de la oscuridad, nosotros nos quedamos con el estilo, la claridad meridiana y la elegancia. Son otros tiempos, pero hay cosas que se pueden seguir aprendiendo de aquéllos.
 
 

"I should like to bury something precious in every place where I've been happy and then, when I'm old and ugly and miserable, I could come back and dig it up and remember."

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