martes, 12 de febrero de 2013

BIOGRAFÍAS ELEGANTES I


ANNEMARIE SCHWARZENBACH




Vraiment je ne vis que lorsque j'écris

Largo tiempo he dudado antes de acometer esta sección de biografías elegantes. Son muchos los candidatos a formar parte del elenco, y varios los escogidos -de ahí las dudas- para encabezarlo, desde el elegante Cary Grant al exquisito Fred Astaire, pasando por el distinguido David Niven o el ambiguo duque de Windsor; entre las mujeres, la divina Louise Brooks o la diabólica Dietrich. Al final, el azar ha querido, por intermediación de un amigo, que cayera sobre un personaje peculiar, Annemarie Schwarzenbach y toda indecisión ha quedado resuelta. 

Escritora y viajera suiza, nacida en rich el 23 de mayo de 1908 y fallecida en Sils im Engadin, el 15 de noviembre de 1942, de resultas de una tonta caída de bicicleta (tanto más tonta cuanto que la víctima había recorrido miles de kilómetros a través de territorios francamente hostiles sin sufrir percance alguno). Acerca de su intensa vida, de escritora y viajera impenitente, marcada por un apresurado diagnóstico de esquizofrenia, su androginia, sus más o menos enmascaradas tendencias homosexuales, su adicción a la morfina y al opio y varios intentos de suicidio, así como por la inquebrantable amistad de auténticos outsiders, como Klaus y Erika Mann (cuyo tío, el célebre novelista Thomas Mann, bautizaría a Anne-Marie con el sobrenombre de "el ángel devastado"), o su compatriota Ella K. Maillart (con la que compartiría viaje por Afganistán), poco o nada se puede añadir que no se halle en aquellas páginas de internet dedicadas a la obra y al personaje


Desde la perspectiva de este blog, quizás lo más relevante sea el profundo sentido de la elegancia que despliega Annemarie ante la cámara de su amiga Marianne Breslauer, con la que viajó por España. No fue la única mujer que gustó de vestir prendas de corte y diseño abiertamente masculino (Marlene Dietrich había sido de las primeras en mostrar el camino; o las expatriadas estadounidenses en el París de los años 20, como Djuna Barnes), pero ella cultivó ese estilo, que le sentaba como un guante, a lo largo de casi toda su vida y de sus viajes (ya fuera en la cosmopolita Nueva York, donde sedujo a Carson McCullers, en la inhóspita Rusia de la época o en pleno Congo belga). Motivo por el que sin duda merece un lugar de honor en esta sección y en esta página. 

Lamentablemente, ya nadie (o casi nadie) muestra la menor elegancia a la hora de vestirse para viajar. En plena era del confort viajero (a años luz de los rudimentarios vehículos y otros sistemas de transporte con los que pudo contar la Schwarzenbach), priman la comodidad, el prêt-à-porter industrial y deportivo y la absoluta falta de gusto. Ello, amén de la masificación y la desaparición de los imperios coloniales, cuya eficaz tutela garantizaba la seguridad de los viajeros (me gustaría ver ahora a un par de mujeres internarse solas por un país como Afganistán), han hecho del viaje una experiencia harto desagradable y prescindible. 



A modo de colofón, dejo la descripción que dejó de ella su amiga Marianne Breslauer: 

She had the same effect on me as she had on everybody: this strange mixture of man and woman. To me, she corresponded to my image of the angel Gabriel in paradise; an angel, an archangel. Not at all like a living being, but like a work of art.


"Not at all like a living being, but like a work of art". Oscar Wilde hubiera estado, sin duda, orgulloso de ella. 

Y a modo de broche, un documental sobre su breve, pero bien aprovechada vida.




Y este sentido homenaje: 


 
(Se sugiere echar un vistazo a la sección On Screen, en la que he colgado un fragmento de la biopic dedicada a Annemarie Schwarzenbach: Journey to Kafiristan).  

 "I should like to bury something precious in every place where I've been happy and then, when I'm old and ugly and miserable, I could come back and dig it up and remember."